miércoles, marzo 30, 2016

La Primera Madrugada

  La madrugada poco a poco fue extendiéndose, le robó espacios a la mañana y se detuvo a descansar, esperando pacientemente que su reinado sea conquistado. El cielo nublado, que dibuja grotescas pero encantadoras sombras sobre las cosas, prolonga las tierras de ese reino imaginario. En la avenida el trafico aumenta, pero aun no se ve gente. La fina llovizna y las luces que se replican sobre el asfalto, embriagan lentamente de belleza este paisaje solitario.
  Hace horas que debería haberme dormido, sin embargo, aun no logro conciliar el sueño y las imágenes brotan. Intento poner algo de orden a mi cabeza pero no logro hacerlo. Entonces pienso. Pienso en lo agitados que fueron estos últimos meses, en todos los cambios que tuve que hacer, las cosas a las que me tuve que adaptar, en el caós que sigue siendo mi vida. Pero sobre todo, pienso en lo rápido que se dieron las cosas. De alguna u otra manera ¿hubiese terminado en el mismo lugar? Creo que no quiero hacerme esa pregunta otra vez.
  Afuera el mundo sigue girando y yo acá, detonando la imaginación para huir lejos de esta realidad. No quiero pensar en lo que debió o pudo haber sido. No quiero sentarme en un rincón a lamentarme por las decisiones tomadas. No quiero mirar hacia atrás y solo ver los horrores que dejo una tormenta. Por eso sigo escribiendo, dejo que las palabras fluyan y me liberen. Después de todo es lo único que me queda: un arma que si dejo enfriar, se apagara para siempre. Una salida. Un escape.
  Son mas de las 4.30 am. y el paisaje es completamente diferente. Es como si todos los mundos que cree esta noche formaran uno solo. ¡Puedo verlos! parecen tan vividos que dudo si son reales. La madrugada sigue su curso y ya no puedo echarme atrás, tengo que soltarme de este cuerpo y saltar. O esperar ser devorado por la mañana, y desaparecer.
  Quiero cubrirme de palabras, convertir mi vida y mi cuerpo en poesía, transformar todo lo que me rodea en un nuevo lenguaje. Al fin y al cabo, todo esto se trata de una cosa: escribir o perder la poca cordura que me queda.

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